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1- Controlas tu propio destino.
Puedes tener el control y tomar decisiones sin consultar a nadie. Una de las razones para poseer un negocio pequeño, es la posibilidad de conducir integralmente tu empresa.
Esto puede ser abrumador para algunas personas y debes saber cuándo y cómo delegar. Sin embargo, ser capaz de tomar tus propias decisiones sobre la mejor manera de trabajar día a día, te dirige a la creación de una cultura, una marca y una organización.
2. Encontrar el equilibrio entre tu trabajo y vida personal.
Una de las ventajas más citadas de ser dueño de tu propia empresa, es la flexibilidad que te otorga, ya sea trabajar desde donde quieras, fijar tu propio horario, trabajar en piyama o incluso sentarte junto a tu mascota mientras trabajas.
Puedes establecer tu propio horario, lo que te permitirá pasar más tiempo con tus seres queridos y dedicarte a las actividades que te gustan e inspiran.
3. Eliges a tu personal.
Cuando trabajas para otra persona, raramente escoges con quien te gustaría trabajar. Si no te gustan tus compañeros de trabajo, significa que es hora de cambiar de trabajo y que empieces a enviar currículos. Este no es el caso cuando eres dueño de tu propio negocio, ya que puedes tomar las decisiones sobre a quién contratar (y despedir). Puedes contratar a decenas de amigos personales, familiares y ex colegas de negocios para trabajar contigo en diferentes áreas adentro de tu negocio. Esto permite que tu clima de trabajo sea agradable, divertido y libre de stress. Pues estarás rodeado de personas positivas que te den la confianza y el optimismo que necesitas para seguir adelante. Si tienes empleada gente que te transmite vibraciones negativas, cámbialas por personas con las que te lleves bien y compartas objetivos. Cuanto más pequeña sea tu organización, mayor será la decisión de con quién debes trabajar.
